Adissan: el camino de piedra


Adissan solo era un pequeño pueblo del sur de Francia situado en entre Montpellier y Béziers, con vistas al valle de Hérault en la región de Languedoc-Roussilon, su principal fuente de riqueza eran sus viñedos, ya por la calidad de su tierra de arcilla y caliza, sus excelentes tierras secas, ya habían sido reconocidas por los romanos, su suelo también llamado terrazas Villafranchian que fue resultado del paso del glaciar Hérault.

La parte inferior del glaciar fue cortado por Nivieère a estar en posición de bandeja, donde da paso a un hermoso rió el Hérault que desemboca en el Mediterráneo en Le Grau-d´Agde y nace el macizo central francés los Cévennes, junto al monte Aigoual (Gard), su longitud es de ciento sesenta kilómetros, su cuenca tiene unos dos mil novecientos kilómetros cuadrados de superficie, en su orillas puede encontrarse en muy pequeñas cantidades de oro procedente de las erosión del Macizo Central, es un rió navegable entre el canal de Midi y el mar, ese era otro motivo del turismo ya que habían muchas leyendas del oro que había en esas montañas, y otras leyendas más oscuras.

Beneficiándose de un clima mediterráneo seco y soleado, el cultivo de la vid estaba muy presente en aquella regiones desde hace dos mil años, ya los romanos codiciaban esas tierras, pero también codiciaban su oro, ese oro de las montañas que creían hacerles rico, este pueblo Adissan considerado la cuna u origen del camino de piedra romano, caminos que llevaban como todo el mundo dice a Roma, todos los caminos llevan a Roma, pero a veces esos caminos se puede encontrar algunas desviaciones que te puedes hacer errar tu camino, ya sea en la vida o en la muerte, ya se acaba el tiempo de la clases de historia y geografía, y vamos profundizando más en otras historias y terrenos más misteriosos, y así empezar una historia que ya sea una simple historia o leyenda de aquel lugar, que no fue ni la primera ni la ultima de aquella región, ya que como algunos dicen el oro puede nublar el juicio y la perfección de la realidad, y algunas de estas palabras pueden resultar falsas o erróneas en su entendimiento, pero aquellos caminos que dirigían a Adissan a veces se podían desviar tanto con el pequeño tallo de una vid.

Jean-Luc no creía en fantasmas ni en nada que se le pudiera parecer, así que las leyendas de Adissan solo le parecían cuentos para niños, era un joven muy escéptico cuya sola mención de lo sobrenatural le provocaba serios bostezos. Cuando se reunían en el bar del pueblo con sus amigos, siempre procuraban su amigos evitar las historias y leyendas de fantasmas, ya que sólo aludía Jean-Luc ellas para burlarse.

Nadie conseguía convencerle que existía una vida después de la muerte, y que algunas leyendas eran ciertas, que hay algo más allá una dimensión paralela a la nuestra, que el hombre desconoce, su postura al respecto a sus amigos les molestaba:

-¡Hay que darle una lección! –comentaban que era la única forma de que se lo tomara en serio, que estas cosas no hay que tomárselo a broma. -Hay misterios que no se pueden explicar – dijo Peter uno de sus amigos. -Por eso debemos darle una lección a Jean-Luc – dijo ahora Renuar otro de sus amigos.

Y es que tanto sus amigos como la gente del pueblo y de pueblos vecinos, tenían muy presente esas historias, que fueron transmitidas de padres a hijos durante generaciones.

Rara era las personas que a el mismo o alguien de su familia no habían tenido algún suceso extraño, de esos inexplicables que contar: ruidos extraños por la noche, luces que se encendían y apagaban solas, electrodomésticos que funcionaban sin estar conectados, sollozos de un coro de desgraciados que se oían.

A todo esto la gente supersticiosa lo atribuían a almas perdidas del purgatorio, y también habían algunos lugares misteriosos, donde se sentía solo escalofríos con solo entrar en el, como la iglesia de Saint-Adrien, que era de una sola nave, y cuyos sucesos los primeros databan del siglo XV, que fue cuando en tiempo de su primera modificación empezaron a aparecer sucesos misteriosos, como machas de humedad que aparecían y desaparecían, y sonidos de la campaña, sin que nadie la tocara las noches de cada domingo en Noviembre, también se producían sucesos extraños en las a fueras, donde habían diversas tumbas de la época de los Visigodos, o una pequeña villa Romana de la Clastre donde había unos caminos romanos de piedra, allí habían construido un camping que era muy visitado por los turistas asta que un terrible incendio lo arraso todo.

Jean-Luc estaba tranquilamente en su casa, arreglándose para ir al bar para estar un rato con sus amigos, pero estaba ignorante de lo que le esperaba al llegar con sus amigos. No era para tomárselo en broma, así que algunos de sus amigos decidieron darle un escarmiento.

-He oído que en el viejo camino de piedra que lleva al camping se oyen voces lastimeras por la noche, y lo habitan espíritus de la tierra y el aire – comentaba Senti a quien llamaban la ardilla – desde el incendio ya hace diez años hay poca gente que se adentre en ese camino y a los que se atrevieron no han vuelto a verlos con vida o se volvieron locos, nadie vuelve cuerdo de allí. - Yo lo conozco – dijo Renuar. - Y cuentan que el camino se volvió rojo por la sangre de la gente que no volvió de allí con vida --- continuaba Senti -- aunque algunos dicen que fue por las batallas que allí tuvieron los romanos con algún enemigo, y tanto derramamiento de sangre de las batallas. -¿Qué os parece si le retamos a pasar una noche allí a Jean luc? – dijo Renuar todo emocionada. – y si rehúsa a nuestra propuesta le diremos que es un cobardica y que tiene miedo de lo desconocido, y por lo tanto no podrá burlarse más de nosotros y de nuestras historias. -Y si por lo contrario acepta y no le pasa nada, ¿que haremos? – dijo Andre el primo de Jean-Luc preocupado del resultado. -Si no le pasa nada ya aremos que pase – dijo con una sonrisa Renuar.

A todos les entusiasmo la idea y rápidamente idearon que hacer para hacerle cambiar de idea, al momento estaban yendo a casa de Jean-Luc para proponerle su idea, pero no hizo falta ir, ya que el estaba ahora entrando por la puerta en ese mismo momento.

-Hola a todos, ¿como va el partido? – les preguntaba Jean-Luc. -Va bien, vamos ganando dos a cero – le respondía Andre mientras daba un ultimo sorbo a su cerveza – siéntate que llegas a tiempo. -De que hablabais que o he visto muy concentrados – Jean-Luc les miraba con una pequeña sonrisa, ya que pensaba que ya sabía de que hablaban. -¿De que te ríes Jean-Luc? – le pregunto Rene – no te rías de nosotros he. -No mujer que solo me reía de algo que he recordado – no podía evitar reírse de eso pensaba que eran tonto por creer en lo sobrenatural. -Tenemos una propuesta para ti Jean-Luc- le comentaba Peter, así le explicaron la apuesta que querían hacerle. -De acuerdo acertó la apuesta – les dijo Jean-Luc a sus amigos mientras pedía a la camarera un refresco – que, ¿continuamos viendo el partido?  -Aquella misma noche después del partido Renuar, Senti y Rene acompañarían a Jean-Luc asta el principio del camino. Aquella noche sería la conversión de el o la deshonra para sus amigos, ya que si no conseguían que pasara miedo se pasaría meses burlándose de ellos, Jean-Luc estaba preparándose las cosas para esa misma noche, pensaba que mañana sería su gran día, ya dejarían de contar tonterías por lo menos en un tiempo. Llevaba un saco de dormir, y en su mochila podría una linterna, algo de comer y beber por si le entraba hambre o sed, su mp3 y el móvil por si le hacía falta. Su amigos le esperaban en la puerta de su casa.

-Bien ya estoy aquí, ¿ahora que vamos? – le decía Jean-luc con su sonrisa de siempre. -Si vamos haya – a Renuar no le hacía la menor gracía, y dentro de poco a el tampoco le haria mucha,

Jean-Luc pensaba que mañana tendría a esos ignorantes a su merced y por solo pasar una nochecita en un lugar, que hasta ahora no se había preocupado de donde era, pero en cuanto se dio cuenta esa sonrisa se le borro de la cara, ya no le parecía tan buena idea, no era por miedo se decía el, ya estaban frente a la entrada del camino delante de la puerta de entrada.

El paso de los años había estropeado la puerta y estaba muy oxidada, se notaba con solo verla, al moverse se podía oír los chirridos de esta, pero no podían abrir había un candado, sin pensarlo mucho Jean-luc la abrió de una patada, provocando un enorme estruendo al tirarla, pero ya estaba abierta. La noche era muy oscura, solo iluminada por una tremenda luna llena, y por las linternas que ellos llevaban, empezaba la gran prueva.

-Bien ya estas aquí, y aquí nos despedimos de ti – le decía Renuar a su amigo. -Suerte chaval – le animaba Senti—hasta mañana. - Que prisas tenéis – decía entre risa -Te cuidado he Jean-luc y si pasa algo nos llamas – le decía Rene con miedo por el, se podía notar que en ese momento afloraba un sentimiento. -Hasta mañana chicos, y tranquila Rene que mañana nos veremos – se despedía el.

Aquella noche no parecía que fuera una noche más, el viento empezaba a soplar con fuerza y traía consigo un frió invernal, que le helaba la sangre, tras examinar todo el lugar con una rápida mirada, con algún tropiezo que otro, llego a la conclusión de que esas historias y leyendas de aquel lugar eran chorradas, y que si alguien se moría aquí sería del frió que hace, o por la peste que acompañaba al ambiente, no era de los mejores.

El camping estaba hecho una pena, un asco peor que un vertedero pensaba el, las mesas de madera estaban todas quemadas, y los servicios no estaban mejor, olía que daba asco, todo cubierto de hierbajos por todas partes, menuda pocilga pensaba el, había asta restos de comida podrida por encima de las mesas y por el suelo, todo lleno de basura, el creía que no les había dado tiempo ni a acabar de comer cuando empezó el incendio, y algunos no les había dado tiempo ni arrancar el coche, se había quedado algunos coches carbonizados, y por lo que el podía ver restos de gente quemada en ellos, nadie se había atrevido a sacar los restos, nadie se atrevía a entrar. Los únicos que se acercaban hay eran vagabundos o yonquis, había que estar desesperado para pasar una noche aquí, pero esa noche le ayudaría mucho a el, y ganaría mucho frente a sus amigos, que el creía que eran muy ignorantes.

Pero se arrepintió de esas palabras, no por nada en especial, pero ese frió era mortal, había encendido un fuego, y no eso parecía calmar sus fríos, era difícil dormir así, el olor no le molestaba ya, parecía haberse acostumbrado a el, cuando de repente empezó a pensar en Rene, eso pensamientos parecía aliviar por un momento ese frío, el calor parecía subir por todo el saco, aunque el no lo dijera, estaba loquito por ella, creía que al parecer tan valiente eso le gustaría a ella, y así tendría valor de pedirle una cita, por ahora se conformaría con esos sueños.

Ya parecía estar todo en calma, Jean-Luc dormía como un niño, pero con mucho arte, esos ronquidos que daban eran como truenos, cuando un pequeño ruido, era como algo metálico, por un momento parecía despertarlo, pero continuaba durmiendo, aquel ruido se repetía, era una lata movida por el viento, que iba goleado el suelo, cuando algo la chafo y la detuvo, aquel estruendo si le despertó, había caído una de las puertas de los servicios. Aquello le puso los pelos de punta. -Coño que susto – toda la sangre se le había subido al cerebro de pronto. - Hola --dijo una voz. - Como que hola? – con un tono de enfado -- ¿Qué diablos quieres, darme un susto de muerte, ¿Quién eres y que haces aquí? - Vivo aquí, y eso debía preguntártelo yo a ti. - Perdona tío, no sabía que viviera nadie en esta pocilga – le dijo Jean-Luc más calmado. - Esta pocilga como dices tú es mi casa, y me llamo Ben, ¿y tú como te llamas? – le preguntaba aquel hombre misterioso. - Disculpa, yo me llamo Jean-Luc, ¿tu no eres de por aquí verdad? – le pregunto el. - No, ¡espera no! el es inocente no le hagas nada . -¿Con quien hablas …… - Nooooo – gritaba aquel hombre -- déjalo por favor.

Algo parecía envolver a joven, no podía gritar ni moverse, sentía como si le faltara el aire, con lágrimas en los ojos miraba a Ben, parecía pedir ayuda aquel hombre que no conocía, pero parecía su única oportunidad de no morir, aquella cosa que lo tenía sujeto era frío, parecía ser la muerte, cuando la luz le parecía perderla de vista, la oscuridad parecía envolverle, no podía ni gritar le dolía el corazón, maldecía aquel día y su ignorancia. Sus amigos, querían solo gastarle una broma, y le estaban llamando, pero aquello no parecía molestarle a Jean-Luc, entonces empezaron a hacer ruidos, moviendo cadenas y aullando, algo parecía ir mal, Andre entro intuía que algo iba mal, entonces entro al camping, aquellos fue muy duro para el, cuando miro a su primo no podía creerlo, estaba como muerto, no reaccionaba a nada, tenía los ojos como fuera de orbita, aquella noche comprendieron que habían hecho algo horrible, era culpa de todo ellos lo que había pasado.

Senti llamo corriendo a una ambulancia, los cuatro amigos no podían creer lo que había pasado, pensaba que no pasaría nada, que le darían un susto y nada más, aquello helo la sangre a todos. La ambulancia llevo a Jean-Luc enseguida al hospital, nadie se explicaba que le pasaba a el, estaba como cataléptico, no reaccionaba a ningún estimulo, solo podía verle hay sentado escupiendo babas como si fuera un perro, había sido una noche loca.

-¿Qué le habéis hecho? – Les preguntaba Rene a sus amigos con lágrimas en los ojos. - No le hemos hecho nada, te lo juro Rene – le decía Andre.....
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